Jornadas de debate Anfibia - Sciences Po


¿Qué pasó en las elecciones?

El domingo, sciolistas, macristas, radicales, ácratas y kirchneristas quedaron anonadados con el resultado de los comicios. Nadie entiende todavía lo que pasó. Como parte de la cobertura de la campaña y las elecciones, en Anfibia organizamos un debate con la Universidad francesa de Sciences Po. En este texto, José Natanson, Sergio Morresi y Alexandre Roig se animan a hacer un análisis descarnado de las elecciones presidenciales y sus consecuencias en el escenario político argentino.

José Natanson (Le Monde Diplomatique):

El domingo, muchas hipótesis que uno pensaba extravagantes se revelaron como acertadas. El análisis de lo que sucedía en el primer cordón, en el segundo cordón, la idea de corredor norte-sur, no corre más. ¿Por qué el Frente para la Victoria (FpV) perdió una intendencia y ganó la de al lado? Hay que analizar el peso de los liderazgos. El FpV ganó la Gobernación de Entre Ríos, pero en esa provincia Scioli perdió. (Sergio) Uribarri conmovió más que Scioli.

Creo que hubo una dificultad muy grande del kirchnerismo para entender el campo: se piensa en “los pueblos de la Provincia de Buenos Aires” y muchas de ellas son ciudades de cientos de miles de habitantes.

Cuando el kirchnerismo decidió que Scioli fuera el candidato único la idea era: con el núcleo que nos vota sí o sí, con una minoría “intensa” y el peronismo territorial, ganamos. Fue una fórmula de razón sin pasión. El peronismo de los Gobernadores no sirvió para ganar.

El cálculo matemático no dio resultado. Hubo una dificultad del peronismo tanto en el menemismo como en el kirchnerismo. Ambos tuvieron que buscar su densidad fuera del peronismo: Menem se abrazó al liberalismo para encontrar su contenido ideológico. El kirchnerismo lo fue a buscar en el pasado del peronismo, como si el relato estuviera afuera del partido. Como si no pudiera estar dentro.

En este sentido, (el consultor ecuatoriano Jaime) Duran Barba tenía razón.

Dijo: “No nos tenemos que aliar con el peronismo”.

Dijo: “Tenemos que poner una candidata que vaya con los globos amarillos”.

Y fue exitoso. ¿A qué peronista, a qué radical se le hubiera ocurrido proponer ala vicejefa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como candidata a Gobernadora de la Provincia? Es algo que a simple vista parece absurdo.

Se dicen muchas cosas, se buscan explicaciones puntuales, pero lo cierto es que (Italo) Lúder no perdió por el cajón que quemó Herminio Iglesias: ésa fue la ilustración que condensó una derrota que se venía construyendo desde hacía un tiempo.

Macri es la expresión de una nueva derecha que tiene características particulares: en principio es democrática. Es democrática en un sentido procedimental: se presenta a elecciones, las gana, las pierde. No busca un golpe de Estado.

Es una nueva derecha porque es posneoliberal: no promete privatizar todo (si después lo va a hacer o no, es otra historia). El neoliberalismo ya ocurrió, salvo algunas, la mayoría de las empresas están privatizadas, las leyes de flexibilización laboral que se aplicaron en los noventa siguen vigentes. Si la gente no le hubiera creído al giro en el discurso que dio en los últimos meses, no lo habría votado.

Si bien su gestión en la ciudad fue gris y mediocre, decepcionante, no fue estrictamente neoliberal: no le prohibió a los bonaerenses atenderse en los hospitales porteños. No les prohibió a los paraguayos que lo hicieran. No convirtió a la Metropolitana en el Klu Klux Klan.

Es una nueva derecha porque muestra una cara social. Lo primero que dice es: “Yo no le voy a sacar el plan a nadie que lo tenga”.

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Y a juzgar por los resultados: los votantes le creyeron.

La razón existe en las peleas de pareja. En política no existe la razón sino la verosimilitud. Y a juzgar por los resultados lo de Macri fue verosímil.

En política, es sabido, no existe la razón: existe la verosímilitud. La razón existe en las peleas de parejas. Y a juzgar por los resultados, lo de Macri fue verosímil.

Hay que descartar la culpabilidad plena de los medios, de la clase media que no sabe votar. Pareciera que el kirchnerismo piensa a la clase media con la frase que Borges usaba para los peronistas: “No son buenos ni malos, son incorregibles”. Olvidemosló: el kirchnerismo perdió en Quilmes después de ocho años de gestión.

Creo que (Martín) Insaurralde está bastante lejos de (Winston) Churchill y en Lomas de Zamora ganó.

O sea que hay muchos errores propios que no se tuvieron en cuenta.

PREGUNTA DEL PÚBLICO EN REDACCION DE ANFIBIA:

En los 90, el peronismo buscó hacer una coalición de centro derecha. El kirchnerismo buscó hacer una coalición en la centra izquierda, ¿no pensás que Scioli quiso hacer una búsqueda equivalente apoyándose en el desarrollismo?

Sí, creo que lo buscó y no lo encontró. Pero el tema es: ¿Quién va a estar en contra del desarrollismo (no es peronista ni radical, es modernizante pero no liberal). Esas doctrinas son maravillosas pero ya no conmueven a nadie.

PREGUNTA DESDE PARIS:

 ¿Qué pasará en el Peronismo si gana Scioli? ¿Y si gana Macri?

Difícil. Si gana Scioli es más fácil de pensar: los gobernadores se alinearán y encontrarán a alguien más afín a ellos que Cristina. La pregunta, en realidad, es ¿Qué hará Scioli con el Kirchnerismo cuando sea libre? Porque ahora está atado, con Zanini al lado, encerrado en La Ñata.

La ley de la política dice que para crecer hay que matar al padre. Lo hizo (Néstor) Kirchner con (Eduardo) Duhalde: lo decapitó simbólicamente en el 2005 en la Provincia. Scioli debería matar al kirchnerismo. Aun así, no lo veo partidario de la guillotina, sino que lo pienso más usando el método del rallador: compra, copta, destruye e ignora.

Me resulta más difícil saber qué puede pasar si gana Macri. En ese escenario, el rol de (Sergio) Massa va a ser decisivo. Va a volver a un peronismo hecho pedazos que no gobierna ninguna de las cinco provincias más importantes del país.

Si gana Macri va a controlar la Nación, la Provincia y la Ciudad. En ese contexto, cualquiera que en algún momento se haya acercado a un local del PRO va a tener un ministerio. Porque va a haber una gran falta de cuadros, lo que producirá una reconfiguración general.

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Alexandre Roig (UNSAM):

Creo que antes que nada deberíamos hacer un prólogo de prudencia epistemológica: porque todos nos hemos equivocado todos. Nadie, ni en el periodismo ni en las ciencias sociales, lo vio venir. Habrá que rever muchas categorías de análisis. Los politólogos deberán revisar la categoría de clientelismo, porque está claro que no funciona: los votos no se compran.

El proceso electoral es un momento importante, pero no deja de ser un momento. No hay dudas que fue una derrota para el kirchnerismo, que no estaba previsto pero creo que, como marcó José (Natanson) hay que descartar hipótesis simplistas y otras como eso de que “la gente vota mal”.

Hay que asumir que los ciclos sociales no se superponen con los ciclos de gobierno.

Quisiera insistir en dos cuestiones: una en cómo se ha organizado los modelos de desarrollo argentino en los últimos años.

El kirchnerismo propuso un modelo en el que coexistía un 50 % de gasto estatal, un 25 % de gasto industrial vinculado al circuito de consumo y un 25 % de renta de capital (minería, etc).

En estos diez años hubo una constante: coexistieron estas lógicas aparentemente contradictorias (apoyo al sector estatal, recuperación de la industria, especulación financiera), pero coexistieron porque había una forma de gobierno que lo permitía, un tipo de poder que lo organizaba.

El kirchnerismo siempre tuvo el aura de que “Néstor nos saco del infierno”. Eso es intransferible. Ya fue difícil en el pasaje de Néstor a Cristina: pero se volvió a recuperar después de la muerte de Néstor. Es un capital de autoridad histórica que no está más. Eso influía mucho en la relación con las organizaciones; un poco menos con los sindicalistas, pero Moreno era un gran mediador con la city porteña y tenía una gran capacidad de contención. Había una mezcla de un poder sacralizado y mediaciones que contenían sectores contradictorios. Scioli no heredaría el capital simbólico, sí quizás el de las mediaciones. Si ganara, sólo en la Provincia, el macrismo necesitaría cubrir unos cinco mil cargos. Y gobernar es organizar esos procesos de circulación de poder.

Pensándolo sociológicamente, si llega a ganar, para el macrismo va a ser complejo, incluso en la Provincia. Va a haber un problema de construcción de mediaciones. No veo que ninguno de los dos candidatos, ni Macri ni Scioli, vayan a poder intentar una recuperación de mística política.

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Ahora, podemos identificar cuales formas posibles de organizar el desarrollo de argentina: los tres modelos posibles que aparecen son:

* El estatocéntrico (que sería el que encarna Axel Kicillof)

* El de la tendencia rentística (arreglo con los fondos buitres, devaluación y acuerdo de precios con empresarios: que sería el que encarna Macri)

* El Neodesarrollista (para profundizar la dimensión industrializante del capitalismo argentino, que representaría Scioli).

 Las tres implican una ruptura con lo que había antes.

Me parece que hay una sociedad en la que hubo muchos avances en términos de Derechos. Que existen, se han hecho cuerpo y que ningún candidato, por más de derecha que sea, podrá sacarlos: Asignación Universal por Hijo, convenios colectivos de trabajo, inversión en universidades, etc.

 Hay sindicatos y hay organizaciones sociales organizadas (que venían estando autocontenidas por la figura simbólica de Cristina, que ya no estará). Me parece que cualquier gobierno que venga va a tener que aprender a lidiar con una conflictividad social que en los últimos años no habíamos tenido.

Uno de los malestares que hubo fue el mantenimiento de particulares modelos de consumo (asociados al sistema de distribución). Pero sostener los niveles de consumo a largo plazo implica sostener cuestiones que un gobierno con lógica rentista no va a poder sostener (porque entraría en una contradicción interna).

Creo que si gana Macri, el Gobierno tendrá más complicaciones: una presión enorme para ir hacia una financialización por un lado y, por otro, una gran parte de su base electoral le va a demandar otra cosa. Eso genera la conflictividad actual que hay en este momento en Brasil con la clase media.

El segundo punto: la crisis de la palabra autorizada.

El problema de encontrar voces que son escuchadas y se consideran como verosímiles por fuera del campo de la política. Hay una crisis de los grandes referentes públicos como el INDEC: nadie sabe cuál es el índice de pobreza y de indigencia. Hay una crisis en el periodismo: uno ya no le cree al medio sino a determinados periodistas. Pasa algo similar en el campo académico.

El cuarto punto es la juventud del electorado.

En la experiencia de gran parte del electorado que tiene menos de 30 años, no está presente lo que sucedió en los años noventa ni lo que sucedió en 2001. Eso no crea un regreso al neoliberalismo (la Sociedad no lo permitiría), pero sí genera una apertura para un gobierno de derecha como el de Macri.

Como dice Alejandro Grimson en la nota de Anfibia (https://www.revistaanfibia.com/ensayo/el-peligro-de-subestimar/), el voto a un partido analíticamente de derecha y discursivamente de centro no implica que la sociedad se haya derechizado. Me parece clave entender que la reflexión actual es sobre cuál será la forma de Gobernar que vamos a tener en la Argentina.

Tanto un gobierno de Scioli como uno de Macri tendrán que lidiar con distintos tipos de contradicciones. ¿ Qué tipo de sociedad o qué tipo de historia tendríamos en función de cada uno? La tendencia a la financialización de Macri me parece que es clara. Eso va a marcar contradicciones con organizaciones sociales, del campo sindical y con la propia clase media porque no se van a sostener los niveles de consumo.

El peronismo tiene que entender que corre riesgo de perder una hegemonía: porque al quedar alineados los gobiernos de Nación, Ciudad, Provincia y grandes centros urbanos se dan las condiciones para que el Partido quede relegado a un lugar secundario.

El masismo debería pensar lo que está pasando con el radicalismo, que está siendo fagocitado por el PRO. Porque el PRO hoy ya tiene condiciones de hegemonizar un proceso.

PREGUNTAS DE BUENOS AIRES:

 ¿Cómo ves la dimensión internacional de esto?

Creo que una de las discusiones más importantes es la forma en la que se juega el acceso al Capital Internacional. El otro día en una nota de La Nación leía: al fin vamos a romper con el aislamiento, pero la Argentina se salvó de la crisis mundial de 2008 porque estaba aislada. Eso no se llama aislamiento sino autonomía: soberanía. La experiencia griega tendría que convencernos de eso.

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Creo que los argentinos no terminamos de entender cómo nos insertamos en la economía capitalista mundial (no somos como Ecuador, que está dolarizado; ni como Bolivia, que tiene una economía pequeña).

En el contexto internacional, somos un problema: porque Argentina no es una alternativa populista que da miedo, sino una alternativa socialdemócrata con alianzas estratégicas (con China, con Rusia, con los BRICS).

Dentro del sciolismo, sobre este tema hay más debate. En el Macrismo está resuelto.

PREGUNTA DE FRANCIA

 ¿Qué piensan que va a pasar con las políticas de Derechos Humanos que llevó a cabo el kirchnerismo?

 Creo que hay condicionamientos sociales que impedirán un giro radical en estos temas. En el Sciolismo, seguro. Y en el macrismo creo que habría un cambio del uso simbólico para gobernar (el kirchnerismo articuló este símbolo para su gobierno: uno de los primeros gestos de Néstor fue sacar el cuadro de Videla).

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Sergio Morresi (UNGS)

Que el PRO tuviera tantos votos en este contexto fue una sorpresa. Hace unos meses no me habría sorprendido: no me parecía extraño que al PRO le fuera muy bien pero por los resultados de las PASO, por los números de las encuestas parecía que no le iba a ir bien.

En el norte le fue muy bien: ganó en Jujuy, ganó en La Rioja, ganó en Catamarca y Entre Ríos. Se instaló como segunda fuerza en provincias del Noreste Argentino. No es un triunfo en la periferia del país sino que hubo un barrido. Me parece que hay muchos motivos para que esto sucediera: estructurales y coyunturales.

Uno de ellos es la fractura del peronismo: ¿Hasta qué punto es coyuntural que haya aparecido Massa? ¿O no es parte de la dinámica del Peronismo desde el noventa para acá que sucesivos personajes se vayan independizando para tratar de liderar a una masa heterogénea que no tiene un discurso propio sino que va a buscar un discurso afuera?

Por otro lado, hay una cuestión coyuntural pero también estructural: los perfiles de los candidatos. El PRO como partido ha ido cultivando una imagen de sí como “novedad”. Personas, personajes, figuras que aparecen desde fuera de la política (no es que no hagan política). Con una imagen que contrasta fuerte con la de los líderes de los políticos tradicionales. Se presentan como honestos (no presentan pruebas para afirmarlo, parece bastarles decir que no provienen de la política), con calificación técnica, se vanaglorian de su eficiencia.

No me voy a meter en cuán verosímil es esa imagen, pero es efectiva.

 El voto útil que se iba a dar en el balotaje, se dio antes. Y eso ayudó, pero ayudó tanto y eso hace pensar muy difícil que en la segunda vuelta los números se modifiquen.

Por otro lado hay un factor estructural: el tipo de gestión política que ha llevado el Kirchnerismo en los últimos años hizo énfasis en el estado y desdibujó el rol que las organizaciones sociales habían tenido a principio de la década del 2000.

Esto es entendible por muchos motivos, pero aisla a aquellos que no se relacionan con el Estado. Hace débiles algunos liderazgos barriales y dificulta el trabajo territorial.

Por otra parte, desde hace dos años, todos los días de la semana, la ganadora de la elección María Eugenia Vidal está yendo a un Municipio de la Provincia. Desde hace dos años, todos los días, hace reuniones en club rotarios, sociedades de fomento, le toca el timbre a los vecinos. Aníbal Fernández, debido a que es Jefe de Gabinete, no pudo hacer esta campaña cuerpo a cuerpo. Y el no haberlo hecho se paga. Esto es un hecho clave para entender cómo una candidata que parece tan lejana haya podido ganar en la provincia más populosa de la Argentina.

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También hay que tener en cuenta el rol del Radicalismo: el PRO tenía muchas dificultades para entrar en la Provincia. Tanto que muchas veces no presentó candidatos porque sentían que no les daba el cuero. La alianza con el radicalismo no sólo le dio a la candidata de PRO votos y logística, sino que también le entregó una red donde robustecer una figura pública. Una red que hizo que Vidal creciera antes de que estuviera claro cómo iba a ser la elección. Le dio fuerza en Intendencias donde el PRO no existía: con gente que viene desde hace años trabajando en el territorio, que conoce a los vecinos. De las 60 intendencias que ganó, 45 corresponden al radicalismo.

Esto marca el cambio sobre lo que es la nueva derecha y cómo juega al juego de la democracia. Los candidatos de la Ucedé, el mismo Cavallo, no querían ganar. Se presentaban a las elecciones para posicionar a sus líderes y que entraran de ministros. En cambio, el PRO desde el principio se pensó como un partido para ganar las elecciones. El modelo era el Frente Amplio de Uruguay: ellos sabían que primero tenían que ganar una intendencia. “Primero la ciudad, luego crecemos”.

Incluso los cuadros técnicos se dedicaron a cultivar su perfil territorial: María Eugenia Vidal comanda “La 24”, la organización juvenil de más poder por fuera del peronismo.

La construcción de un poder social se presentó como alternativa al gran rol del estado. Eso es lo que hay que estudiar en los próximos años.

Ahora, con la pregunta: ¿Qué va pasar si Macri es presidente? ¿Se vuelve a los noventa? Creo que no. Que muchas cosas que se hicieron en los 90 no se deshicieron. Es errado pensar que los dirigentes del PRO tienen una idea de Estado ausente: quieren un Estado que intervenga para poder asegurar la acumulación de Capital, no es un Estado que se retira sino que actúa de otra manera.

Una de las mayores características del PRO es el pragmatismo. Creo que la excepción es la política internacional, donde muestra su núcleo ideológico: volver a ubicar a la Argentina en el mundo. ¿Qué quiere decir esto? Alinearse con Estados Unidos. Y el tipo de producción que tiene argentina (que compite con la de EE.UU.) hace visible que esa alianza no es pragmática sino ideológica. Este punto hace un poco de ruido en el pensamiento de cómo podría ser un futuro gobierno del PRO.

PREGUNTAS DESDE FRANCIA

Nadie podía imaginar una diferencia tan grande entre los dos candidatos. ¿A qué se lo atribuye?

Hay varios factores. Pero todo el tiempo que tardó el FpV en definir el candidato fue de desgaste. En ese debilitamiento el que está segundo crece. Por otra parte, en algunos distritos la gestión fue muy mala: a veces por luchas internas dentro del FpV, en otras por incapacidad o desgaste de gestiones que supieron ser buenas y fueron perdiendo ese aceitamiento. Hubo municipios, que acompañaban al peronismo, que le dieron la espalda al kirchnerismo por muchos votos y eso tuvo que ver con la política local. Es algo que se engarzó con el discurso del PRO: “Lo que hicimos en la Ciudad lo podemos hacer en el país”. “No tengo una gran idea de hacia dónde conducir el país sino una respuesta concreta de cómo resolver el problema de tu municipio”, dice el candidato del pro. Y si la gestión pasada fue mala, es más atractivo alguien que viene a resolver que otro que propone una combinación de cambio y continuidad.

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 ¿Qué pensás que pasará con las estructuras públicas que fue creando el Kirchnerismo: Conicet, Tecnópolis, los Planes de Argentina Trabaja, las cooperativas, las nuevas universidades y los canales de televisión en caso de que llegara a ganar Macri?

Yo no sé qué piensa hacer Macri si gana. Puedo mirar lo que hizo en la Ciudad. Hay cuestiones que efectivamente serán descontinuadas. La política cultural que se ha hecho durante estos años se va a detener. Del mismo modo que se detuvo la que había iniciado el Gobierno de (Aníbal) Ibarra en la Ciudad. Sobre los programas sociales de cooperativas es más difícil saber qué va a pasar porque en la ciudad no rompió con los que había sino que los fue morigerando. Es cierto que se morigeraron porque la situación del país era mejor (no sé qué pasaría si ahora la situación del país empeorara.

Me parece que la idea que se tiene no es de un desfinanciamiento completo sino llevarlos hacia una orientación elitista y meritocrática.

Por otra parte, hay muchos programas que a la gente del PRO no les interesa pero a los radicales sí: son campos que pueden ser tomados por los aliados de PRO. Es buena la pregunta: “¿Qué parte del presupuesto va a tener?”. Pero supongo que también depende cuál sea la situación económica que atraviese el país el año próximo.