Ensayo

Keiko Fujimori, la derecha ganadora


Con la mano dura de papá

Con una retórica dura, y promesas de construir cárceles a 4.000 metros sobre el nivel del mar, que los soldados del Ejército resguarden locales públicos, y acabar “con ladrones y sicarios”, la candidata Keiko Fujimori salió primera el domingo frente al ex banquero Pedro Pablo Kuczynski. Ambos candidatos de derecha se enfrentarán en la segunda vuelta. ¿Cómo ganó y qué representa la hija del ex presidente, hoy preso por corrupción y crímenes de lesa humanidad?

Fotos: Prensa Keiko Fujimori

La hija del autócrata y expresidente de Perú, Alberto Fujimori (1990-2000), ha pasado los dos últimos años viajando por el país en una larga campaña electoral. El domingo 10 de abril le rindió: Keiko Fujimori Higuchi ha pasado a la segunda vuelta electoral del 5 de junio tras cumplir con disciplina las recomendaciones de sus consejeros de marketing político, entre ellos el francés Jacques Séguéla, exasesor de Nicolás Sarkozy, Ingrid Betancourt y el dictador de Togo Gnassingbé Eyadema.

La líder de Fuerza Popular, de 40 años, ha usado cuatro elementos principales en sus mensajes: la continuidad de la mano dura que representó su padre en los años 90, una opinión favorable sobre el trabajo de la Comisión de la Verdad, la alegría de la juventud, y la promesa de no repetir “errores del pasado”. La Comisión de la Verdad estudió entre 2002 y 2003 los 20 años de violencia desatada por Sendero Luminoso en 1980, e incluye los crímenes cometidos por la administración Fujimori en el marco de la lucha contrasubversiva.

Abordó por primera vez, tres de dichos elementos, en octubre en un panel de la Universidad de Harvard, donde también expresó que las esterilizaciones forzadas hechas durante el gobierno de su padre fueron actos aislados, realizados por algunos médicos. Sin embargo, al menos 2.074 mujeres han denunciado a la Fiscalía que les ligaron las trompas sin consentimiento informado o por la fuerza. El gobierno de Fujimori denominó ‘Programa de salud reproductiva’ a las esterilizaciones, y la candidata presidencial prefiere esa frase. De todos modos, ha anunciado que si se prueba que las mujeres fueron afectadas y ella llega al poder, les dará una reparación.

La mayoría del Perú urbano considera que su principal problema es la inseguridad ciudadana y la excongresista 2006-2011 ha aprovechado el recuerdo de su padre para colocarse como la mejor opción en ese aspecto.

“Yo lo único que quiero es seguridad, por eso voto por Keiko”, comenta una estilista residente en San Juan de

Miraflores, distrito de clase media-baja en Lima. Cada noche, pasadas las 23 horas espera en un paradero a su hijo de 18 años para que no esté expuesto a la delincuencia al salir del trabajo y lo acompaña a caminar tres cuadras.

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 Si el fujimorismo en 2006, con la candidata presidencial Martha Chávez, usó el miedo como un recurso de campaña,

 aludiendo al posible retorno del terrorismo, esta vez, la inseguridad ciudadana fue el gran argumento. En el mitin de cierre de campaña el 7 de abril, la hija mayor del ingeniero, quien cumple una condena de 25 años de prisión por corrupción y crímenes de lesa humanidad, colocó la mayor intensidad y emoción al mencionar una de sus propuestas. Afrontar el flagelo de los sicarios, los extorsionadores y los ladrones. “Tengo los pantalones bien puestos para acabar con la delincuencia”, clamó, mientras sacudía con fuerza la hebilla del cinturón de su jean.

“Como para luchar contra el terrorismo se convocó a las rondas campesinas y a los comités de autodefensa, de la misma manera, convocaremos a las juntas vecinales y las rondas urbanas para que nos ayuden a enfrentar este flagelo",  dijo frente a unas cuatro mil personas en Lima Este.

Luego, con la actitud de quien ya ha ganado los comicios, repitió su promesa de construir cárceles a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar para los delincuentes, sin acceso a teléfonos, para evitar que sigan activos desde la prisión. Su voz parecía una copia del tono agudo de su padre, usual cuando vociferaba para encarar a sus opositores o para aludir a los miembros de Sendero Luminoso. Y cuando gritó “¡Soy inocente!” en medio de una audiencia judicial.

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Durante el período de Fujimori, con el fin de acabar con Sendero Luminoso, el destacamento militar Colina, al mando del asesor presidencial Vladimiro Montesinos, asesinaba y desaparecía a sospechosos de terrorismo; la mayoría de las veces estaban desacertados.

La líder del fujimorismo ha propuesto también, contra la inseguridad ciudadana, que la Marina de Guerra administre los puertos –donde firmas del narcotráfico se disputan el control–, y que soldados del Ejército sean los encargados del resguardo de locales públicos, de manera que miles de policías estén disponibles para patrullar las calles.

Pero la madrugada del sábado, una emboscada de Sendero Luminoso dejó cuatro muertos, tres soldados y un chofer que trasladaban material electoral hacia Santo Domingo de Acobamba, en la sierra central. El domingo se supo que en realidad los fallecidos eran diez, y Keiko Fujimori, al agradecer los votos a sus seguidores por la noche, aprovechó para usar otra vez el recurso al miedo.

“Este gobierno ha permitido no solamente que la delincuencia avance en las calles sino también que Sendero Luminoso siga quitando vidas y derramando sangre en el país. Vamos a trabajar con esa mirada al futuro, tengo un compromiso de honor con el país”, prometió.

 

La renovación

La excongresista 2006-2011 pasó del 23% de votos que obtuvo en 2011, cuando se lanzó por primera vez a la presidencia, al 39% en lo que va del conteo oficial de los comicios presidenciales. En las encuestas de la semana anterior a las elecciones un 51% de personas indicaba que nunca votaría por ella. Analistas políticos como Martín Tanaka y Fernando Tuesta coinciden en que el avance es mérito de Keiko Fujimori.

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La noche del domingo, en el mensaje de agradecimiento a sus electores, aseguró: “este nuevo mapa político muestra claramente que el Perú quiere la reconciliación, no quiere más peleas. Vamos a trabajar con esa mirada al futuro”.

En contraste, el entorno más cercano de la candidata Fujimori, ha protagonizado discursos de odio contra sus opositores. En febrero, el jefe de campaña de Fuerza Popular, Pierre Figari, y el secretario general del partido, Joaquín Ramírez, tildaron de “¡terroristas!” a un grupo de personas que en el aeropuerto de Arequipa se manifestaban contra su lideresa. Ramírez es investigado en Lima por la Fiscalía por lavado de activos y hay dos pedidos para que el Congreso le retire la inmunidad parlamentaria.

Fujimori se postuló acompañada de políticos clave durante el gobierno de su padre: el candidato a la primera vicepresidencia es José Chlimper, exministro de Agricultura y dueño de Agrokasa, una empresa agroindustrial que exporta palta, entre otros productos.  Además, uno de sus principales financistas es Jaime Yoshiyama, exprimer ministro en tres distintas carteras entre 1991 y 1997. Un sobrino de Yoshiyama, también aportante a la campaña, fue cliente del bufete de abogados Mossack Fonseca al abrir una offshore en el extranjero, de acuerdo a los Panama Papers.

La señora Fujimori y el poder

La mayor de los cuatro hermanos Fujimori-Higuchi empezó a actuar en política a los 18 años, desde 1994 hasta 2000 cuando reemplazó como primera dama de Perú a Susana Higuchi, luego del divorcio de sus padres. El país aún sufría atentados del grupo terrorista Sendero Luminoso. Por eso, el presidente y sus hijos vivían entre Palacio de Gobierno y las instalaciones del Servicio de Inteligencia Nacional, que dirigía el entonces asesor Montesinos, jefe de facto de las Fuerzas Armadas y mano derecha del presidente.

Años antes, los hijos del entonces presidente iban al colegio Recoleta acompañados de efectivos del Ejército, quienes permanecían dentro de la escuela.

Fujimori y sus hermanos fueron investigados por la Contraloría por haber usado fondos públicos para su formación en el extranjero: estudió administración de negocios en la Universidad de Boston, y posteriormente una maestría en administración de empresas en Columbia. Su maestría coincidió con uno de sus embarazos (tiene dos hijas) durante su período como parlamentaria, por eso tuvo 400 inasistencias.

El retorno del fujimorismo

Fujimori pasará a la segunda vuelta electoral con el exbanquero de inversión Pedro Pablo Kuczynski: una descripción gruesa podría decir que Fuerza Popular representa de modo claro la derecha política y, Peruanos por el Kambio, la derecha económica. El exministro de Economía y exprimer ministro del gabinete de Alejandro Toledo tuvo una muy cuestionada actuación en ese período pues al dejar el primer cargo se desempeñó como asesor de la empresa Hunt Oil, que luego, cuando volvió al gabinete, se convirtió en una de las concesionarias de la producción de gas de Camisea.

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Kuczynski, de 77 años, es un político pragmático y miembro, hace unos 50 años, de la elite económica peruana. Cuando los resultados del conteo oficial de votos daban un porcentaje a su favor para pasar a la segunda vuelta, ha reiterado que de llegar al poder, y si la mayoría fujimorista en el Congreso aprueba la norma, él promulgará la ley para que los ancianos purguen prisión en su domicilio. Lo dijo en referencia a Alberto Fujimori.

El politólogo peruano Alberto Vergara ha planteado en el diario El Comercio que una victoria de Fujimori “constituiría un severo daño a la autoestima de los peruanos”. Pero, siendo un país mayoritariamente conservador y poco dado a la participación política, un importante porcentaje de la población se sentirá bien cómodo con alguno de los dos como jefe de Estado.

Fujimori suele usar una cadena con una cruz y se ruboriza cuando le preguntan cómo conoció a su esposo estadounidense –perteneciente a una familia que ha evadido impuestos en EEUU. Se ha declarado ‘provida’ y se opone a la unión civil de las personas del mismo sexo. La bancada fujimorista bloqueó entre 2014 y 2015 los proyectos de ley de la unión civil y del aborto en caso de violación, y podría esperarse lo mismo cuando el nuevo Congreso de mayoría fujimorista entre en funciones el 28 de julio.

Keiko Fujimori sostiene que los peruanos “quieren reconciliación, y no más peleas”, mientras el psicoanalista Max Hernández dice que el país no ha procesado el haber apoyado el autoritarismo del expresidente Fujimori en los años 90. Las tensiones continuarán en el próximo quinquenio, sea por el Parlamento copado por el fujimorismo, con más de 65 de 130 escaños, o sea por la conducción del país en manos de Kuczynski.

En las encuestas, un 65% de los peruanos se mostraba a favor de algún cambio en el modelo económico, y ambos políticos no tienen ofrecimientos en ese sentido. Al contrario, proponen facilitar las inversiones y la actividad empresarial. Es claro que los derechos sociales no están en la agenda de ambos, y que harán ajustes contra la desaceleración económica. El resto es un misterio: ¿cómo saber si la hija de Fujimori cumplirá con no liberar a su padre, investigar las esterilizaciones forzadas y luchar contra la corrupción, como ha ofrecido?