Crónica

Paulo Londra


Casi ángel

Esquivo con la prensa, fan del fernet con coca y de sus perros, Paulo es un fenómeno inusual dentro del trap o el hip hop: no usa tatuajes y en sus letras no habla de drogas ni de peleas, sino más bien de sus amores y su estilo de vida. El cordobés clase 98, hijo de una familia creyente y de clase media, se codea con los grandes del pop mundial y es top en todas las plataformas.

Publicado el 21 de junio de 2019

Fotos: Warner

Marzo de 2017. Se hace de noche cuando llega el turno de Paulo Londra y Duki. Competirán entre sí en El Quinto Escalón, la gran batalla de freestyle de ese momento, la más importante de Latinoamérica por el nivel de los competidores y por la cantidad e intensidad del público. Un público digno de una toma de drone que los rodea petrificado, como si así pudiera escuchar mejor el fuego cruzado que improvisan los raperos. Cada punchline certero es aprobado por esta gente con un estruendo. Pero ese ruido de fondo es un arma de doble filo: si algo sale mal, la multitud también lo hace notar. Todos aquí conocen bien las reglas de juego de las riñas de gallos.

 

“Te juro que a vos te pateo/ ¿Me siento en el Quinto Escalón?/ Na, me siento en un coliseo”, arranca Paulo, haciendo uso de cierto imaginario épico. Qué momento: la escena representa, hoy, al equivalente de haber visto lanzarse a Soda Stereo o Sumo a comienzos de los ’80. Esto es el big bang de algo grande: una batalla entre dos de los artistas más importantes que ha dado Argentina en los últimos años.

“Yo no tengo un grupo que me respalde”, rapea el cordobés al finalizar otra de sus vueltas y da a entender que el público no lo apoya. “Estoy re solo”, comenta por lo bajo después de saludar a sus rivales. Pero algo curioso pasa justo después, cuando alguien le grita:

 

—¡Fijate en unos años, Paulo!

 

Paulo Londra es un viajero en el tiempo. Su biógrafo se llama YouTube.

 

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Al igual que ocurre con la mayoría de las estrellas pop, también nativas digitales, sus orígenes pueden rastrearse en la web. Muchos de sus momentos preliminares –esas escenas que prefiguran el talento o la fama– fueron registrados por él mismo para sus redes sociales o filmados por aficionados que luego suben el material.

 

En algunos de esos videos se puede ver a un Londra preadolescente que ya se da maña en las batallas de raperos, sea en juntadas entre amigos o en plazas públicas de la ciudad de Córdoba. Que ya siente, como después relacionó, que ganar una batalla lo hace sentir como ganar una pelea, como un boxeador.

 

Pero ese registro de El Quinto Escalón es particularmente significativo. En aquel momento Londra no era un completo desconocido en el circuito de las batallas, pero era difícil imaginar que en poco tiempo sus reproducciones se contarían por millones, que sería el argentino más escuchado en el mundo y que colaboraría con popes de la industria como Steve Aoki o Ed Sheeran. Por esos días sólo tenía una canción editada, aunque ya se perfilaba como un hit dentro de la música urbana. Su flow, esa cadencia que es la marca registrada de los raperos, sugería una promesa en estado puro antes que un ídolo mundial, salvo para ese McFly que pegó el grito en la tarde noche del parque de Caballito.

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Paulo Londra no viene de una familia de músicos. Hay un dato que ya es el kilómetro cero de su leyenda: el primer acercamiento al hip hop fue a través de la película autobiográfica de Eminem, 8 Mile. La historia del rapero surgido de un suburbio de Detroit le produjo a Londra algo interno que lo empujó al mundo de las rimas, sobre todo a las escenas de las batallas entre MCs. “Quedé asombrado por cómo un blanco se hizo respetar en esa cultura, por ese minuto en el que tenía que demostrar todo”, le dijo a La Voz del Interior en junio de 2017. Por entonces Relax, ese hit seminal grabado en un estudio independiente, empezaba a llamar la atención más allá de los consumidores de trap argentino.

 

Practicó con sus amigos durante un tiempo hasta que se sintió seguro para competir, cuando aún cursaba el secundario.

 

—Era agresivo en las batallas. Se ponía colorado, iba por todo. Tenía vocecita como de ardilla. Los competidores más grandes se le reían por eso. Pero Paulo acotaba bien, sabía cerrar combos, y eso llamaba mucho la atención. Algunos decían que era agrandado. Al verlo rubio y de ojos claros, en las batallas le hacían bullying por ese lado —recuerda Celeste Sosa, organizadora de competencias de freestyle en Córdoba.

 

Paulo no nació en cuna de oro ni se crió en un country, sino en San Salvador, un barrio de clase media ubicado en la zona oeste de la ciudad de Córdoba, con casas bajas y calles tranquilas, aunque rodeado de avenidas transitadas, como Colón y Duarte Quirós. Desde allá se iba a la Plaza de la Intendencia, un punto clave para el freestyle cordobés. Allí se realiza todos los viernes a la noche la Sin Escritura, competencia y semillero clave para talentos en la rima de la Docta. Ahí Londra dio sus primeras competencias al aire libre rodeado de fanáticos, curiosos, vendedores ambulantes y un público fiel y otro improvisado, el que aprovechaba la plaza para acortar distancias, pasear perros o echarse a tomar mates.

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De madre evangelista y padre católico, Paulo creció con la familia y los amigos como pilares fundamentales y la humildad como lema de vida. Ese perfil calmo está presente en Relax, una canción bisagra en la música urbana argentina, con una letra en la que se muestra agradecido con Dios, su familia y sus “bros”. Alan Tejeda, un amigo de la infancia, lo convenció de presentar la canción, sabía que tenía potencial. “Paulo lo tenía para nosotros nomás, pero le insistí con que era muy bueno. Tenía que largarlo sí o sí”, contó Tejeda, hoy su dj en los shows.

 

En 2017 Londra ganó la competencia A cara de Perro Zoo junto a Cold, un freestyler de gran nivel. Pero la verdadera popularidad llegó a través de las canciones. “En noviembre de 2016, Duki sacó No vendo trap, que en su momento había pasado las dos millones de reproducciones. Y de repente aparece este chabón y fuaaa… qué temazo -dice Dante Conti, periodista especializado en batallas de freestyle-. Por eso cuando vino a El Quinto Escalón se armó un revuelo: fue uno de los primeros en pasar el millón de views dentro del trap argentino. El fenómeno fue todo musical. No se hizo masivo por las batallas, sino por sus canciones.”

 

En el videoclip de Relax se lo ve jugando al básquet, otra de sus pasiones junto a la Play. Luego de ese hit vendrían otros: Confiado & Tranquilo, Me tiene mal y Luna llena, producidos por Pablo Puch, conocido en el circuito cordobés de hip hop como Biblo El Nagual (y reciente responsable de Yo elijo a Juan, el jingle usado por Schiaretti en su última campaña por la gobernación, grabado sobre la base musical de Still, un track muy famoso de Dr Dre). 

 

Aunque esas canciones también cosecharon muchísimas reproducciones –en YouTube, principalmente– e hicieron que Londra sumara fanáticos a una velocidad vertiginosa propia de estos tiempos, todavía faltaban unos meses para su despegue continental. Algo se podía intuir en noviembre de 2017, cuando el colombiano J Balvin, una de las figuras globales del trap y el reggaetón latinos, subió a Instagram una historia en la que aparecía escuchando Luna llena arriba de un avión.

 

“Saber que siendo tan grande se fija en alguien que recién empieza, muestra la grandeza del chabón”, contó Londra unos días después en el backstage de La Nueva Generación, un festival con base en Córdoba que promueve nuevos talentos dentro de la música argentina. Ese show representaba una prueba de fuego para él: era el único de su estilo en toda la programación y compartía escenario con artistas como Marilina Bertoldi, Él Mató a un Policía Motorizado, Louta y varios créditos cordobeses, como De La Rivera, Juan Ingaramo o Valdés. Pero él estaba tranquilo, rancheando con dos amigos, esperando la hora de su show mientras se paseaba por el señorial castillo del Jockey, en barrio Jardín, sede del festival.

 

“Lo descubrí con Relax, que me pareció espectacular, súper fresco. Yo necesitaba esta clase de artistas para el festival, por eso lo invité”, dice Eric Davies, fundador y productor artístico de La Nueva Generación. “Como recién empezaba con su carrera, lo programé temprano, pero después lo hicimos subir de nuevo en horario central.”

 

Londra llegó a su show con una crew de dos amigos. Más allá de cierto amateurismo, era evidente que algo se cocinaba a fuego lento: Londra mostraba mucho talento en su flow melódico y en su inocultable tonada mediterránea que lo volvía irresistible para un público que tiene a la música urbana asimilada desde su infancia. Eso es el pop para ellos.

Y eso fue, también, lo que pareció cautivar a Daniel Oviedo, conocido en la industria como Ovy on The Drums, un geniecillo musical oriundo de Medellín que estuvo detrás de éxitos de artistas como Karol G o Bad Bunny, y actual amigo y mano derecha de Londra en su carrera. Admirador de Dr Dre, representa a una nueva generación de productores artísticos capaces de cranear éxitos desde una laptop antes que un estudio de grabación fastuoso. “La tecnología está tan avanzada que permite hacer un hit desde un iPad. Hay miles de sonidos perdidos allí. Quizás hoy no necesitas un músico que te toque la guitarra”, le dijo a Billboard.

 

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¿Cómo fue que Ovy on the Drums descubrió a Londra? Por internet, claro. Un día, la youtuber colombiana Luisa Fernanda le dejó un comentario para que viajara. “Me fui a Colombia de mandado. Y descubrí esta gente que se hizo querer un montón”, cuenta Paulo esa misma tarde en el Jockey, poco después del regreso de su primer viaje a Medellín, con ese look descontracturado que ya es su marca de estilo: gorra, un aro del que pende una cruz, cadenita al cuello y remera apenas un poco más grande que su talle.

 

La primera canción que se conoció de la sociedad Londra/Ovy fue Condenado para el millón, estrenada en diciembre de 2017. Muy pronto se volvió un hito para el artista argentino. Ese sería sólo el comienzo de una alianza fructífera: durante 2018 llegarían otros éxitos de números impresionantes a cargo de la factoría Big Ligas, sello/proyecto que lo tiene como exponente: Nena maldición (con Lenny Tavarez), Te amo (de tintes más pop, una colaboración para Piso 21), Dímelo (con el que empieza a coquetear con el reggaetón), Chica paranormal, Cuando te besé (que contó con el featuring de la estrella pop Becky G) y Adán y Eva, uno de los hits mundiales del último verano, bien ubicado durante semanas en el top 50 global de Spotify.

 

Pese a su despegue de escala monumental y de haber firmado un contrato con Warner, Londra siempre mantuvo bajo perfil. Viaja mucho (ya anunció las primeras fechas de su nueva gira, que incluye shows en España para octubre) pero su lugar en el mundo sigue siendo Córdoba: pasa tiempo con su familia y sus amigos (algunos incluso lo acompañan en sus giras). Esquivo con la prensa, fan del fernet con coca y de sus perros, Paulo es un fenómeno inusual dentro del trap o el hip hop: no usa tatuajes y en sus letras no habla de drogas ni de peleas, sino más bien de sus amores y su estilo de vida. En su entorno dicen que no hay pose: la música refleja su personalidad. “Chico tranquilo, sin nada para opinar/ siempre en lo mío, tal vez soy egoísta/ Pocos amigos pero mucha historia pa’ contar”, canta en Forever alone, una de las canciones de Homerun, el disco que editó en mayo y con el que amenaza romper nuevos récords.

 

En los últimos meses se ha codeado con estrellas de nivel internacional. Le dio de probar fernet a Steve Aoki en la última edición argentina del Lollapalooza, luego de que el dj estadounidense presentara su remix de Forever alone. Ahora Ed Sheeran lo incluyó entre los invitados de N°6 Collaborations Project, su inminente disco. Londra, un cordobés clase 98, aparece entre nombres como Bruno Mars, Justin Bieber, Cardi B, Travis Scott y Eminem, el rapero blanco que lo animó a entrar en escena y hacerse respetar.

 

En Instagram tiene 6 millones de seguidores. Se muestra de buen humor, juega a las cartas y la Playstation después de un show acompañado de su crew, los Leones con Flow. Y le tira onda a un local de sushi y a un restaurante especializado en el tradicional lomito cordobés.

 

Casi no habla de la actualidad. Por ser creyente, algunos se apresuraron en decir que está en contra del aborto, pero sus fans aseguran que en un live apoyó la legalización. No se le conocen preferencias políticas.

 

Su familia también tiene bajo perfil. La mamá aceptó dar una entrevista telefónica a un noticiero local para despejar rumores y aclarar que su hijo no cobró un peso por actuar en los Jerónimo de 2018, unos premios que otorga la Municipalidad de Córdoba a personalidades destacadas. Aquella noche, Londra cantó dos temas con su amigo Alan y la Banda Sinfónica Municipal.

 

Esquiva periodistas y paparazzis. A algunos les molesta que no hable con la prensa y se mantenga tan distante (Fabiana Dal Pra, una popular conductora de Córdoba, dijo al aire que “es más exquisito que Luis Miguel” y Diario Uno de Mendoza lo calificó recientemente como “maleducado y soberbio”). Pero el rapero sonríe muy seguido, especialmente  si se cruza con los fans en algún aeropuerto. Y se mantiene al margen de las polémicas, refugiado siempre en su círculo íntimo.

 

Paulo suele pasearse por Córdoba. La última vez fue noticia porque visitó el barrio Güemes, uno de los polos gastronómicos de moda. Fue a ver actuar a unos amigos a El Mentidero y también a grabar un videoclip en La Gintonería, un bar que parece diseñado por Wes Anderson en la galería Barrio. Esas veces, como siempre que se encuentra con fans, sonrió, los empleados de los locales se acercaron a saludarlo y posó para las fotos.

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