A los 21 años publicó su primera novela, Bajar es lo peor, y su nombre se repitió y se repitió en las propagandas de radio. “Mariana Enriquez, la escritora más joven del país”, decía en la publicidad una mujer con voz metálica.
Licenciada en Comunicación social y subeditora del suplemento Radar, Enriquez es hija única, tiene parientes que creen en fantasmas, da talleres de escritura en la Fundación Tomás Eloy Martínez y cuando murió Ray Bradbury escribió un texto, homenaje, que hizo que varios lloraran.
Se aburre rápido. Quizás por eso piensa cómo piensa y luego escribe cuentos de un realismo fantástico y sugestivo. Sus relatos han aparecido en antologías de España, México, Chile, Bolivia y Alemania. Tiene una biblioteca enorme, con montones de libros de terror. Su novela Cómo desaparecer completamente está traducida al alemán.
Cuando trabajaba en Sociedad en Página 12, le hizo una nota a un australiano que había viajado en bicicleta por África. En medio de la entrevista, el tipo se levantó y le dio un beso. Años después se casaron. Hoy viven juntos en una casa de Parque Chacabuco. Él da clases de inglés.
Enriquez es una mujer difícil de definir. Puede escribir cuentos con el clima sórdido y fascinante del suburbio y, también, es capaz de irse de vacaciones al sur de Estados Unidos, a visitar la casa de Flannery O ́Connor, o a Graceland, a verlo a Elvis. Fue. Y, al volver, escribió para Anfibia.