Cuando en 2008 ganó el premio Rey de España, Javier Drovetto no tenía traje y se vistió con el saco, la camisa y las medias de un hermano ex bancario y los zapatos de un amigo.

Aunque duda mucho de su profesión y fantasea con robar un supermercado o un camión blindado, sabe que va a morir periodista porque disfruta mucho contando cosas que otros desconocen, porque le encanta ir contra lo que nos quieren hacer creer, porque lo hace feliz ser parte de una redacción, encontrar sus textos en revistas o diarios.

Durante los 16 años que fue redactor de Clarín, cubrió seis elecciones nacionales, dos temporada de verano en punta del Este y una en Brasil; condujo el recordado programa radial Los tres mosqueteros y ganó el Rey de España con una nota sobre una red policial que en la ruta 14 exigía coimas a los camioneros brasileros.

Después de la ceremonia, le volvieron a presentar al rey, a la reina. En una pose automática y futbolera, delante de decena de fotógrafos que querían retratar a los monarcas, Drovetto pretendió abrazar al hombre: de improviso, sin que mediara palabra, un custodio le tomó el brazo, con un método tan violento como imperceptible.

Escribe en La Nación y Brando y, desde 2011, es docente en ETER. 

Mascotero, Drovetto tuvo perros, un gato, pajaritos, una tortuga, un hamster, una nutria y un mono carayá aullador que andaba suelto por su casa de Escobar. Como todo ser vivo llegado a una edad demasiado avanzada, el carayá murió. Pero él lo sigue recordando. En parte porque en el antebrazo derecho aún permanece la marca de una mordida.

En 2015, con una crónica sobre un taller de escritura dentro de una cárcel de máxima seguridad en Florencio Varela, obtuvo una Mención Honorífica de los premios Rey de España.